Hechos a sí mismos
El Tío de los Recados fue -es- uno de los tres protagonistas de la primera novela del autor, un texto que ninguno de sus pocos lectores pareció entender, quizás por que no existía un narrador omnisciente al uso y se confiara en las inteligencia del lector para que decidiera que aquella voz que le hablaba con mayor o menor sinceridad no era la del mismo personaje según cambiaba el capitulo. Este cuento puede considerarse una precuela de aquella y trata el mismo tema: el exceso y la avaricia. El Tío de los Recados ha quedado con el Jefe, el hombre hecho a sí mismo, en un restaurante situado tras el Congreso de los Diputados, un local que exhibe con orgullo junto a la entrada diferentes placas esmaltadas en rojo y dorado, el contenido de las cuales el Tío de los Recados no ha podido leer, ya que se ha dejado las gafas en casa esta mañana, pero interpreta que su función debe ser la misma que las medallas en el pecho de un uniformado. El tramo inicial de la barra del restaurante,