Un jueves como cualquier jueves

 No hay nada más difícil de escribir que el microcuento. Igual que la altura es la amiga del aprendiz de piloto la longitud lo es del narrador y ambas por los mismos motivos: te dan espacio, tiempo, para rectificar antes de estrellarte contra el duro suelo que siempre anda hay abajo esperándote.

 

 
En cuanto vio el dorado brillo del anillo sobre la repisa le atenazó la incertidumbre de si ella, con las prisas de cada jueves, lo había olvidado allí o al fin había decidido cumplir con su amenaza. No se atrevió a utilizar el teléfono para comprobarlo y el reloj se burló de su duda durante todo el día.
 
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